La obesidad infantil está aumentando a un ritmo alarmante en todo el mundo.
Un reciente estudio, realizado en todo el territorio español, muestra que la obesidad infantil sobrepasa el 44% de la población menor de edad y la asocia principalmente a pobreza, bajo nivel de renta y bajo nivel de estudios.
La OMS advierte sobre la necesidad de adoptar medidas mundiales, regionales y locales que tiendan a mejorar la dieta y a incrementar la actividad física.
El sobrepeso se puede prevenir, pero es preciso que todos los agentes intervinientes en la educación de los niños -padres, colegios e instituciones públicas- realicen un esfuerzo conjunto, tomando medidas que refuercen las buenas costumbres y la información nutricional ajustada a cada edad.
La dieta mediterránea, en este sentido, constituye un factor decisivo; una tradición muy arraigada en nuestro país, se está perdiendo ante la falta de tiempo de los padres y, en muchos casos, ante la falta de medios económicos suficientes.
Una dieta rica en verduras, frutas, cereales integrales y legumbres y pobre en grasas y azúcares industriales es fundamental si se desea, a largo plazo, establecer un control adecuado del peso. Asimismo, no debemos olvidar la carne y el pescado.
Otro factor significativo a tener en cuenta es que, debido a la creciente urbanización y digitalización de la sociedad, se está perdiendo un hábito saludable muy importante: la práctica de deportes y la actividad física al aire libre, de las que se recomienda realizar, por lo menos, 60 minutos al día. Sin embargo, estamos acostumbrados, cada vez más, a ver a los más pequeños permaneciendo muchas horas delante del ordenador, de la televisión o de las tablets, sin tener en cuenta otras alternativas.
Es importante fortalecer las buenas prácticas. Éstas empiezan en casa, cuando los niños son pequeños. Desde las edades más tempranas es preciso tomar alimentos adecuados y, sobre todo, concienciar a los más pequeños de la importancia de una correcta alimentación, intentando tomarla siempre de manera ordenada, variada y de calidad.
No olvidemos que el secreto del éxito consiste en la constancia, la educación y la formación en el ámbito nutricional, así como una buena predisposición para realizar los esfuerzos necesarios, ajustando nuestros tiempos a necesidades vitales para el buen desarrollo de nuestros hijos.