Una dieta sana y equilibrada ayuda a prevenir la malnutrición y, a largo plazo, constituye un aliado fundamental para luchar contra multitud de enfermedades.
Los buenos hábitos alimentarios comienzan desde temprana edad. La lactancia materna es recomendable en los primeros meses de vida Ya que favorece el desarrollo cognitivo y, a largo plazo, puede ser determinante para evitar la obesidad.
La proliferación de la comida rápida y elaborada unida a la falta de ejercicio físico suficiente, están siendo factores decisivos a la hora de no mantener un peso adecuado, y este aspecto pone en serio riesgo nuestra salud. Enfermedades de corazón, asma, hipertensión arterial, depresión o apnea del sueño son algunos de los males que puede acarrearnos una dieta insana. Sin embargo, estar comprometido con una adecuada nutrición puede contribuir a la salud mental, a mantener los huesos y músculos fuertes o a disponer de una correcta disposición para el aprendizaje y a la concentración.
Si deseamos que nuestros hijos crezcan sanos y fuertes, debemos tener en cuenta ciertas reglas básicas:
- Consumir al menos cinco piezas de fruta y verdura al día; hacerlo en todas las comidas puede resultarnos muy provechoso para fortalecer los hábitos
- Reducir el total de grasas a menos del 30% de las calorías diarias ingeridas es lo más acertado. En este sentido, las grasas saturadas deben constituir menos del 10% de la ingesta calórica y debemos incorporar a la dieta las grasas no saturadas.
- El consumo de sal y azúcar también debemos controlarlo; éste último debe estar presente en menos del 10% de las calorías diarias. Un buen modo de lograrlo puede ser incrementando la presencia de frutas y verduras crudas en la dieta.
- Debemos potenciar las fuentes de proteínas sanas como pescados, nueces, huevos, pollo o pavo.
- El agua es un elemento determinante para mantener el equilibrio hídrico y una correcta absorción de nutrientes.
- Debe existir proporción entre la ingesta y el gasto calórico.
- Finalmente, es aconsejable no presionar a los niños para que coman sino educar con paciencia y agrado, de tal modo que los alimentos sean considerados por ellos como aliados necesarios en su camino de vida.